En 1954, dos investigadores de la Universidad McGill de Canadá
Descubrieron accidentalmente cómo los humanos aprenden a repetir un comportamiento que es beneficioso para nuestra supervivencia.
Un electrodo implantado en el cerebro de una rata se había deslizado de su lugar previsto y se había ido a descansar en el haz medial del cerebro anterior, un grupo de células nerviosas que lleva desde las profundidades del cerebro a la corteza prefrontal.